Los vinos espumosos en Argentina han tenido un crecimiento notable gracias a la influencia de la viticultura tradicional europea, particularmente del método tradicional conocido como "Champenoise". A medida que las bodegas comenzaron a explorar diferentes técnicas y variedades, se fueron perfeccionando los métodos para elaborar espumosos que rivalizan con los mejores del mundo.
La región productora más importante para los vinos espumosos en Argentina es Mendoza, hogar de numerosos viñedos que se benefician de un buen clima para la producción de uvas frescas y con buena acidez. En esta región, los enólogos han combinado la excelencia de las cepas locales con influencias internacionales para ofrecer una amplia gama de espumosos, tanto blancos como rosados.
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